Esa bolita amarilla

Quizá algunos puedan pensar que el Sol es una bola inerte carente de vida, que decora el cielo especialmente en días despejados. Quizá otros, ni siquiera se hayan parado a pensar si el Sol puede llegar a aportar algo o no en sus vidas, ahora bien, si partiéramos de la premisa de que si el Sol desapareciera no sería posible la vida en la Tierra, quizá comenzaríamos a plantearnos la posibilidad de empezar a mirar el Sol con otros ojos.

Déjanos contarte que el Sol es indispensable para nosotros, puesto que interviene en numerosos procesos relacionados con nuestro bienestar, ahora bien, como todo esto daría para numerosos blogs, permítenos comenzar por el principio de manera sencilla.

Es importante saber que la inmensa mayoría de nuestros órganos y tejidos poseen relojes internos y que además de todos ellos, poseemos un reloj interno – circadiano maestro, el cual se encarga de mantener todos nuestros relojes sincronizados, algo así como un director de orquesta. Este reloj coordinador recibe el nombre de núcleo supraquiasmático y está situado en el hipotálamo, junto a la base del cerebro. Esta estructura, recibe información directa para su correcto funcionamiento a través de los ojos, información que a su vez es trasmitida por el nervio óptico e interpretada por nuestro cuerpo para la producción de diferentes sustancias vitales para nuestra vida y bienestar.

A estas alturas, estarás comenzando a darte cuenta, de la importancia que tiene lo que miramos y en qué momento lo miramos, para así darle a nuestro cuerpo la información correcta que necesita para mantener todos nuestros relojes en hora.

Para alejarte de la enfermedad, tus células deben ser capaces de sincronizarse en todo momento con el medio ambiente en el que vives y la única manera de conseguirlo es exponiéndote al Sol. El Sol es el sincronizador por excelencia de todos y cada uno de nuestros relojes internos y para aprovechar esta virtud, lo único que debes hacer es exponerte a la luz del sol en diferentes horas del día, durante el mayor tiempo posible, pues a cada momento del día el sol emite en una frecuencia distinta, pero no por ello menos beneficiosa. Permítenos hacer un pequeño inciso aquí, para recordarte que el sol entrando a través de los cristales deja de aportar sus beneficios, motivo por el cual necesitas exponerte al sol en exteriores.

En ningún caso pienses que puedes sustituir la luz del sol por la luz azul tan extendida en nuestros días y bajo la cual permanecemos horas y horas expuestos en interiores, pues este cambio afectaría a la sincronización y el orden, dejandote expuesto al más absoluto caos. Recuerda que la luz azul es completamente desconocida para nuestra biología, en nada se parece a la luz emitida por el sol, puesto que en ningún momento del día el Sol irradia luz azul por si sola, sino que en el sol siempre están presentes en mayor o menor medida los tonos rojo e infrarrojo.

Merece una especial mención la luz artificial nocturna, puesto que cuando te expones a la luz artificial por las noches, tu cuerpo se siente especialmente confuso, tu glándula pineal y tu hipófisis se desorientan, cesando así la producción de melatonina tan crucial para la sincronización de nuestros ritmos circadianos y tu programa de reparación y mantenimiento tan absolutamente crucial para tu bienestar se ve interrumpido.

Ahora que ya conoces todo esto, quizá comenzarás a mirar el sol con otros ojos y también, por qué no, la inofensiva bombilla que enciendes en tu casa cada noche, la cual probablemente y sin saberlo te ha estado alejando del anhelado bienestar.

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