¿Por qué exponerse al Sol?
Exponerse al sol es la base para regular los ritmos circadianos de nuestro organismo
Los ritmos circadianos son los ciclos biológicos que regulan el organismo a lo largo de un día. Estos se sincronizan con la luz solar y afectan a numerosos procesos en el organismo como el sueño, la regulación de la temperatura corporal, el apetito y el estado de ánimo entre otros. Y su desincronización se relaciona con numerosos problemas de salud metabólicos, endocrinos, digestivos, neurológico o autoinmunes.
El sol y el ciclo circadiano regulan nuestras hormonas de muchas maneras, generan los niveles correctos de vitamina D que tanto impacta en numerosas funciones de nuestro organismo y mantienen en condiciones óptimas nuestro sistema inmune entre otras muchas funciones.
Es de vital importancia mantener estos ritmos en equilibrio si queremos gozar de una buena salud, para ello es esencial exponernos al entorno de luz adecuado en exteriores durante las diferentes horas del día, quedando así expuestos a las diferentes frecuencias que emite el sol.
Es esencial exponernos al sol al amanecer, para que nuestro cuerpo a través de nuestros ojos y nuestra piel, reciba la información adecuada para ponerse en marcha, y de exponernos al atardecer para que nuestro cuerpo reciba la información necesaria acerca de comenzar sus procesos de reparación, gobernados por la hormona melatonina, biomarcador principal de los ritmos biológicos. Es curioso, pero la melatonina es la hormona de la oscuridad que se sintetiza gracias al sol de la mañana.
Si tenemos en cuenta la importancia de este proceso crucial en nuestro bienestar, podremos darnos cuenta del impacto indeseado que obtenemos en nuestra salud, cuando principalmente después de la puesta de sol, mantenemos nuestras luces encendidas hasta bien entrada la noche indicando a nuestro cuerpo que es de día, perjudicando nuestra calidad del sueño y evitando que nuestro organismo pase a realizar funciones de regeneración y reparación.
La luz azul produce deficiencia de oxígeno en nuestras células, eleva los niveles de glucosa y destruye la melatonina, sin esta última se pierde la regulación de la autofagia y la apoptosis, facilitando así la acumulación de basura celular, la alteración de los ritmos circadianos y facilitando la aparición de las enfermedades de la civilización.
Para evitar esta confusión por parte de nuestro sistema, podemos evitar distinguir colores en casa desde la puesta de sol, utilizando velas o luz roja, de este modo nuestro cuerpo interpretará de forma correcta que es de noche y no generará interferencias en su adecuado funcionamiento.
Es importante aclarar también que durante el día los cristales de las ventanas de las casas e incluso de nuestros vehículos filtran gran parte del espectro rojo e infrarrojo del sol, convirtiendo así los interiores en ambientes de luz no saludables. Teniendo en cuenta, que en nuestro modo de vida moderno, nos pasamos gran parte del tiempo en interiores mirando pantallas, no es de extrañar que nuestros ritmos circadianos se vean alterados.
Por este motivo, es importante utilizar alternativas que nos permitan gozar de un entorno de luz saludable y beneficioso para nuestro organismo. Una de las más importantes sería mantener las ventanas de nuestras casas un poquito abiertas, permitiendo así la entrada del espectro del luz completo, si por algún motivo, esto no es posible podemos ayudarnos de diferentes dispositivos como bombillas de luz roja/ambar, gafas que bloquean la luz azul o filtros de luz roja para nuestras pantallas. Algo que por supuesto no es comparable con la exposición a la luz solar durante las diferentes horas del día, pero que de algún modo ayuda a paliar los efectos negativos de la luz azul en nuestro organismo.
Resumiendo, la exposición a la luz solar en todas sus frecuencias, es una descarga directa e imprescindible de información hacia nuestras mitocondrias. Nos permite resetear los ritmos circadianos y producir hormonas que de otra manera se verían alteradas.