La clave para del bienestar
Alimentación
En el tema de la alimentación sabemos que hay muchas alternativas posibles, pero nosotras nos vamos a centrar en aquella que nos ha permitido restaurar nuestra salud y en la que confiamos plenamente.
Somos partidarias de una alimentación real y natural, en la que se consumen alimentos que provienen directamente de la madre naturaleza, es decir alimentos que comían nuestros antepasados y a los que genéticamente estamos bien adaptados.
En este tipo de alimentación, independientemente de cual sea el objetivo, se obtienen un gran número de macronutrientes, vitaminas y minerales. La base principal de esta dieta son las carnes, huevos, pescados, mariscos y algún fruto silvestre o semilla que crezca cerca de la persona que se los va a comer y donde por ejemplo los carbohidratos, aunque son prácticamente inexistentes, varían según la temporada y la estacionalidad.
A esto además debemos añadir las grasas saludables como el Ghee, aceite de coco, mct… tan necesarias para nuestro organismo. Basta decir que el 60% del cerebro humano está compuesto de grasa, uno de los motivos por los cuales necesitamos ácidos grasos esenciales para obtener un adecuado rendimiento y conservación del mismo.
Algunas de las claves de esta alimentación son:
Eliminar el azúcar
Reducir al máximo el consumo de harinas y carbohidratos
Ayunar de forma intermitente
Corregir los horarios (no comer cuando el sol se pone)
Con este tipo de dieta podemos lograr la flexibilidad metabólica y contrarrestar los efectos del temido síndrome metabólico tan extendido en la actualidad (algunos estudios hablan de un 88% de la población afectada) que provoca entre otros un aumento de los triglicéridos y la presión arterial, resistencia a la insulina, acumulación de grasa visceral y niveles muy bajos de colesterol HDL, siendo además la causa de un gran número de enfermedades modernas debido al consumo exagerado de azúcar y carbohidratos.
Además de la alimentación es importante acompañarlo con otro tipo de hábitos que conseguirán que todo se potencie:
Comer pronto por la mañana para que no solo el cerebro a través de la luz sepa que es de día, si no tan bien tenga constancia el hígado a través de la ingesta de comida.
Evitar comer cuando el sol no está.
Ayunar de forma intermitente, para dar descanso a nuestro intestino.
Evitar luz azul nocturna y dormir entre las 23.00 y las 7.00, intentando respetar al máximo los ritmos circadianos.
Pasar tiempo en la naturaleza y practicar Earthing, para reducir la inflamación y recuperar los electrones que entre otras cosas perdemos por nuestra exposición a los campos electromagnéticos.